Ocurrió como ocurren esas cosas que se hacen imperceptibles… fue como una mancha de aceite, como un mal sueño que se desliza sigilosamente al amparo de la noche, pero que acaba ocupándolo todo.
Posiblemente, duró años pero, la sensación fue la de que un día, de repente, todos se despertaron con cerebros y alma de hamburguesa.
Por fin eran todos iguales y se habían suprimido las diferencias. El sueño de la humanidad.

Y es que las hamburguesas lo tienen todo: se fabrican fácil, se comen sin esfuerzo, les gustan a todo el mundo, en cada menú encuentras los mismos tipos con los mismos sabores… según los complementos que pidas, claro.

Las puedes comer en un aparcamiento, en un estadio de fútbol, en un hotel de lujo, envueltas con papel de periódico o en plato de porcelana, pero todos comemos lo mismo.

El sueño de la humanidad, todos iguales.
La fórmula, era válida tanto para la comida como para la música. De hecho, las hamburguesas pasaron a tener mucho más caché que cualquier otra alternativa musical, todo lo demás quedó sometido al rechazo, a la marginación, al olvido…
Se celebraban multitudinarios BURGUERFESTIVALES donde los cerebros hamburguesa recibían música hamburguesa, y la gente hacía cola para alimentarse de hamburguesas. Todos vestían igual, todos se movían igual…

Las librerías y las tiendas de discos rezumaban grasa…
Un día, alguien se preguntó: ¿hay o ha habido algo más que hamburguesas?

Y comenzó su búsqueda.
En solitario, claro.

Todo el mundo le miraba raro. Le quisieron medicar. No fue fácil escapar al control y hacerse pasar por una hamburguesa más.
Todo era en clave hamburguesa. Los líderes de opinión hablaban de hamburguesas. En la radio, hamburguesas. Internet era una gran hamburguesería. Cadenas de hamburguesas por doquier:
Burguer4you, Hambuguesa FM, ChatGPBurguer… La cotización de las grandes franquicias había subido muchísimo en bolsa. Todo el mundo invertía en hamburguesas; ponteburguer.com era el gym on line de moda.

Pasaron meses de desesperanza y búsqueda infructuosa… todo estaba burguerinfectado.
Una noche de insomnio…, otra más.
Otra noche de insomnio, sin más…
Sin más, un día, entró en la Red Oscura. Ese lugar no parecía tan infectado.
No había entrado nunca en la Red Oscura. Le pareció una red de túneles, por decirlo de alguna manera, se movía torpe por allí.
Sin embargo, fue allí que descubrió, en un lugar remoto, una langosta, que ya nadie comía porque las hamburguesas habían anulado las gamas de sonidos, texturas, sabores y olores, la creatividad, el gusto por lo que necesita su tiempo y su punto y la capacidad de elección. Y salió a buscarla, harto de vivir rodeado de cerebros de hamburguesa con la sorpresa amputada, renegando de todo lo que no supiera a kétchup.

ESE, FUE EL PRIMER GESTO.

By Cruz Isabal